La construcción de Notre-Dame de París no fue una hazaña rápida: duró dos siglos, de 1163 a 1345, debido a su ambicioso diseño y a la asombrosa atención prestada a los detalles. La construcción de Notre Dame comenzó en 1163 y finalizó en 1345. Lo verdaderamente extraordinario es que varias generaciones de arquitectos dieron forma a Notre-Dame, asegurándose de que evolucionara sin fisuras hasta convertirse en la obra maestra que admiramos ahora, un símbolo perdurable de París. Los arbotantes, las bóvedas de crucería y el ingenioso diseño evitaron que este gigante se derrumbara. Es una obra maestra de la ingeniería medieval que ha resistido el paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas.